Yavi es una localidad de la República Argentina, situada en la provincia de Jujuy, en el departamento Yavi.
Fue asiento del único marquesado que se creara en el territorio de lo que sería luego la República Argentina. Se ubica a una altitud de 3442 msnm. La localidad fue declarada “Lugar Histórico” mediante el Decreto 370 del año 1975.
El hombre se estableció en la región de La Puna hace unos diez mil años. En el período reciente, los pobladores originarios eran los Chibchas “Omaguacas” de ascendencia Aymara, mismos que dieron su nombre a la famosa Quebrada de Humahuaca. Estos poblaron la Quebrada y todo el norte de Jujuy. Eran agricultores, alfareros y producían tejidos de lana de llama y vicuña y conocían también la metalurgia.
La zona fue incorporada al vasto imperio inca hacia 1470 y la traza del Camino del Inca los vinculó con la capital del imperio en Cuzco, Perú.
Luego de la conquista del Perú por parte de los españoles, estos recorrieron el Camino del Inca y hacia el año 1537 exploraron los parajes de la Puna y la Quebrada. Para el 1594 subyugaron finalmente a los Omaguacas y los nativos fueron encomendados a trabajar en las minas o en los campos ocupados, el sobrepastoreo del ganado introducido por los europeos (cabras, ovejas y vacas) llevó a una creciente desertificación de la zona.
Hacia el año 1574 un terrateniente español, don Gutierrez Velázquez (también Bernárdez) de Ovando, el que había sido nombrado por sus servicios “Alcalde de la Villa de Tarija” recibió de la Corona española las tierras que comprendían la región de Tarija y toda su área de influencia, además de otras que le habían sido otorgadas en la encomienda de Humahuaca (en la Quebrada de Humahuaca) en el año 1593, las que fueron cedidas a su cuñado Juan Ochoa de Zárate, hijo de Pedro Ortíz de Zárate y Zárate, partícipe de las dos primeras fundaciones de la ciudad de Jujuy.
Uno de los siete hijos de don Gutierrez Velázquez de Ovando, don Pablo Bernárdez de Ovando y Zárate, quien quedó en administración de los bienes de su padre hasta 1669, fundó una gran empresa territorial y de producción que abastecía de tejidos, cueros, carne seca, vinos y otros productos, a las minas de Potosí y Lípez. Luego a las heredades de su padre, sumó las que había recibido en herencia su esposa, Ana María Mogollón y Orozco (nieta de uno de los primeros pobladores de Tarija: Juan Mogollón y Acosta), y otras que adquirió por diferentes vías. En el año 1654 obtuvo la “Tercera Vida” de la encomienda de Casabindo y Cochinoca que había quedado vacante, y en 1666, en retribución a su participación en la guerra Calchaquí, se le otorgó el derecho a una vida más. También, por sus servicios militares en la “pacificación de la Puna”, el gobernador de Tucumán lo nombró Maestre de Campo y luego Teniente General del Ejército del Tucumán.
Desde el momento en que recibió la encomienda, la hacienda de Yavi pasó a ser su residencia principal, por lo que la mano de obra indígena de estas comarcas pasó a trabajar sus propiedades en Yavi, La Angostura y Tojo. Esto determina el origen de las propiedades que luego formarían parte del Marquesado de Tojo.
La importancia de la localidad de Yavi radicaba en su ubicación estratégica a la vera del principal camino terrestre (“Camino Real”) que comunicaba el Río de la Plata con el Alto Perú (actual Bolivia) y el Virreinato del Perú, un oasis natural de ricas pasturas, cruzado por el Río de Casti (Yavi), de cauce permanente, en medio de la puna jujeña.
Bernárdez de Ovando falleció en 1676 convirtiéndose su única hija viva, Juana Clemencia Velazquez de Ovando y Mogollón que había nacido en Tarija en 1667, en la única heredera de tan extenso patrimonio, dos años después y como era menor de edad, su madre y un tío maniobraron a fin de casarla con el maestre de campo don Juan José Fernández Campero y Herrera, un hidalgo nacido en 1645 en Abionzo – Cantabria, que había llegado como miembro del séquito del 17° Virrey del Perú, Pedro Antonio Fernández de Castro décimo Conde de Lemos.
El matrimonio se celebró el 5 de agosto de 1678, contando Juana Clemencia con once años de edad, ese mismo día levantó su protesta ante escribano público declarando que su matrimonio era forzado por su madre y su abuelo materno, aunque luego rectificó estas declaraciones aduciendo que habían sido impuestas por su padrastro, don Pedro de Santisteban.
La heredera universal de los bienes de los Ovando murió de sobreparto el 30 de diciembre de 1690 sin dejar descendencia y quedando como único heredero de todas sus posesiones, incluyendo el derecho a la encomienda de Casabindo y Cochinoca, su esposo don Juan José Fernández Campero. Para entonces Fernández Campero ya había ingresado como Caballero a la Orden de Calatrava y en 1705 obtuvo de Felipe V la prórroga de la encomienda de Casabindo – Cochinoca por otras dos vidas más y en 1708, a los sesenta y tres años, el título de Marqués.
“Otorgado por el rey atendiendo a sus méritos y nobleza y especialmente al servicio de quince mil pesos escudos que el hidalgo tuvo que desembolsar a la Corona”